Vayamos por partes, Madeleine L'Engle escribió este libro el cual ha sido escogido para convertirse en el nuevo bombazo taquillero de Disney (ya sabéis, el poder del dinero es muy fuerte, que seguro aún siguen contando los billetitos de Star Wars: los Últimos Jedi) en el que no todo es tan bonito y brillante como puede llegar a parecer. Siguiendo con mis esquemas, voy a hablaros de la historia: sí, es un sin sentido. Como adaptación, es un completo sin sentido un tanto complicado para las mentes infantiles de la casa y un tanto extraña para aquellos que no tienen ni la más remota idea de física.
No obstante, también os digo, que hay situaciones que nos lo dan como si ya fuera algo obvio que deberíamos tener por sentado, cosa que no es así en algunas ocasiones. En cambio, en otras, está justificado que no se enrollen en explicar todo el tiempo como han acabado los personajes en esa situación, porque si no, no acabaríamos nunca, así que según que situaciones voy a dejarlas pasar por alto. El resto de la trama está llevado a cabo como algo que tal vez, no debería existir esa manera, puesto que es realmente confuso y saca del poco contexto que al final llega a tener la cinta. Eso sí, hay situaciones que se llevan el aplauso por ser la situación más "¿Pero qué...?", pero lo aplaudo por tener lo que hay que tener para hacer eso.
Los personajes, todos ellos, es complicado decir, pero a veces es como si el guionista hubiera decidido obviar los detalles importantes que definen al personaje y los llevan a ser como son y como vemos en la película, puesto que sí que tienen un trasfondo en la realidad, pero pasan de ello, así que pasemos a los personajes y respectivos personajes, porque tenemos de que hablar ahí:
Storm Reid cumple como Meg Murry, su interpretación es creíble, pero las características que la definen son un poco más forzadas de lo que deberían ser, al igual que le pasan a Reese Witherspoon, Oprah Winfrey y Mindy Kaling (sras. Qué, Cuál y Quién, respectivamente): no tienen la suficiente participación con sus personajes, a pesar de que son ellas las que tienen el mayor peso de la cinta. Una lástima lo de Chris Pine y Levi Miller: sus personajes son tan planos que no te llegan a emocionar (tal vez Miller consiga transmitir algo más y llegar a cogerle algo de cariño o interés, como a mí me ha pasado). Quién se lleva el premio ganador es Deric McCabe como Charles Wallace, ese pequeño genio a la vez que irritante que más de la mitad del guión que sale de su boca no se lo creen ni sus padres. Ah, y no voy a olvidar a Zach Galifianakis como el Medium Feliz, pesonaje que aparece y desaparece sin que te des cuenta, por lo que te preguntas qué demonios hace ahí.
Ava DuVernay dirige este maravilloso desastre bienintencionado, que formará parte de mi vida con ganas. Una de las cosas de las que sí me he enamorado ha sido de la fotografía, y el bueno y favorito de Hollywood: el CGI, que aborda cada plano del universo que aparece en pantalla, hasta el punto de abusar de él, aunque hasta creo y todo que han puesto más empeño en eso que no en elaborar una película que sea medianamente de más interés.
A lo que voy, este maravilloso desastre es la The Room de Disney, aunque en mi humilde opinión, es una película bastante inofensiva que, aunque sea un estropicio, es una película digna de ver en pantalla grande si se puede, y no solo eso, si no que es más recomendable ver entre amigos, porque ver este viaje caleidoscópico solo no tiene sentido, aunque me lo pasaría bien viéndola solo una y otra vez. ¿Si la recomiendo? Bueno, eso depende ya de los gustos de cada uno, no me atrevo a recomendarla a alguien tan aleatorio en gustos como yo. Ni a mí mismo me la recomendaría, porque no sabría por donde irían mis tiros. Solo vedla, relajaos y disfrutadla (si podéis).
"Debes tener fe en quién eres"
Nota: 7/10
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